Laia y su mundo

lunes, julio 10, 2006

Mis ojos se van perfeccionando

...poco a poco, parece que recupero ya todas mis funciones de visión en 360º. Los gigantes no lo saben, pero debo empezar a disimular mis miradas delatadoras..

Los gigantes "yaya mayor" y "tío" volvieron a rendirme pleitesía, pero de nuevo noté la ausencia de la gigante "Ruska".

A Ruska la conocí un día que por fin me desplacé en una máquina diabóloca de color blanco que me dio ciertas ideas para construir una nueva nave que conquiste el mundo . Quizá el motivo de su ausencia es que reina sobre un territorio que por motivos bélicos no pueda abandonar...

Os presentaré a la Reina Ruska, Reina de la República Independiente de Muntaner ...


Tiene tendencia, como yo, a fingir que dormimos. Debe estar planeando ella también su plan de conquista. Debo tenerla muy muy en cuenta. Quizá deba pactar con ella, podría ser un buen medio de locomoción...

Por cierto, he podido reconocer a la giganta flasheadora llamada "tata, tía, Sonia, cacho cosa...", Un momento que se apartó de la cara la máquina de luz para cogerme en brazos. Adjunto documento por si alguien quiere demandarla por derechos de imagen...

viernes, julio 07, 2006

Muchas novedades...atroces...

Dios, cuantas cosas pasan...llevo ya un mes de vida en este mundo. Aún no he podido independizarme de estos gigantes ni imponer mi plan.





La vida en la casa es a veces dura. Hay alguna que otra tortura física como la pérdida de mi antena con mi planeta. Los gigantes dicen que "se secó y se cayó" pero esa versión no es del todo cierta. La verdad es que durante el desalojo forzoso de mi otra casa sufrió unos desperfectos irreparables.

Estos días he recibido visitas de otros gigantes que hablaban raro como la giganta "madre". También me cogieron, me mecieron y trajeron regalos, como si de una Diosa me tratara. Quizá me tengan por una divinidad...


Había dos gigantes que parecían tener el mismo grado de "abueledad", desconozco aún si esta situación es cierta..


Lo cierto es que todos mis planes se enlentecen. Debo poder caminar y hacer mis contactos. Pero es más difícil de lo que había pensado en un primer momento. Y los gigantes no me quitan la vista de encima. Y mira que procuro llorar día y noche hasta agotarles, pero ni aún así. Me cogen y me torturan, en posiciones lo más extrañas posibles...